lunes, 5 de septiembre de 2016

EL ALCALDE QUE OBLIGÓ A FERNANDO VII A DORMIR EN ALBACETE (1814)

Autor: Juan Pablo López


Merece ser leído este relato de la historia de España, Albacete, y Chinchilla.

La intransigencia del alcalde de Albacete, le ocasiono el desprestigio y las represalias de Fernando VII, por obligarlo a dormir en un sitio que no deseaba hacerlo. Por el contrario que en Chinchilla, los libros de actas del Ayuntamiento de Albacete no indican nada sobre el alojamiento del rey. Sin duda algo contribuyó a enfriar el entusiasmo, las cosas no resultaron tan felices como se esperaban y nadie quiso legarnos el testimonio escrito de lo sucedido.
 ¿Acaso la envidia de que Chinchilla consiguiera el titulo de FIDELISIMA CIUDAD con que la honró SM. Mientras para Albacete el rey no se dignaba hacer la más mínima distinción? ¿Acaso algún gesto de desagrado del monarca por haber sido obligado a cambiar los planes del itinerario? ¿Quizás un enfrentamiento político con el conde de Pino-hermoso, en el que Fernando VII y sus cortes nos veían un peligroso enemigo por sus ideas liberales? Nunca lo sabremos.

Por el *Tratado de Valençay (11 de diciembre de 1813), Fernando VII recobraba la corona de España.

*[El Tratado de Valençay es un acuerdo firmado en la localidad francesa del mismo nombre, por el que el emperador Napoleón I ofrecía la paz y reconocía a Fernando VII como rey de España, como consecuencia de las derrotas sufridas en la Guerra de la Independencia y, especialmente, del deterioro progresivo del ejército francés y de la moral de los soldados por el continuo acoso de la guerrilla]. 

*Napoleón, después de sus últimos fracasos en la península, quería librarse de las cuestiones hispánicas, para defender mejor desde otros puntos su ya declinante imperio.

*Napoleón es considerado como uno de los mayores genios militares de la Historia, habiendo comandado campañas bélicas muy exitosas, aunque con ciertas derrotas igualmente estrepitosas. Sus agresivas guerras de conquista se convirtieron en las mayores operaciones militares conocidas hasta ese momento en Europa, involucrando a un número de soldados jamás visto en los ejércitos de la época. Además de estas proezas bélicas, a Napoleón también se le conoce por el establecimiento del Código Napoleónico y es considerado por algunos un «monarca iluminado» debido a su extraordinario talento y capacidad de trabajo. Otros, sin embargo, lo estiman un dictador tiránico cuyas guerras causaron la muerte de millones de personas, así como uno de los personajes más megalómanos y nefastos de todos los tiempos. 

El 7 de marzo de 1814 el emperador francés autorizo al rey de España para volver a la península. La noticia corrió como un reguero de pólvora, y el 10 de marzo de 1814 don Francisco Pérez de los Cobos, jefe del Gobierno Superior Político de la provincia de Murcia, a la cual pertenecía Albacete por aquellos tiempos, publico un "Aviso de Oficio", informando que "el Sr. D. *Fernando Séptimo, Rey de las Españas, nuestro amado monarca, está próximo a entrar en el territorio español por la parte de Cataluña”.

*Fernando VII de Borbón, llamado el Deseado o el Rey Felón, fue rey de España entre marzo y mayo 1808 y, tras la expulsión del rey intruso José Bonaparte, nuevamente desde diciembre de 1813 hasta su muerte, exceptuando un breve intervalo en 1823, en que fue destituido por el Consejo de Regencia. 

Dos días más tarde se expedía otro oficio en el que la Regencia del Reino, presidida por el Arzobispo de Toledo Cardenal Luis de Borbón, a propuesta de las Cortes, ordenaba hacer "rogativas en todas las Iglesias de la Monarquía por la feliz llegada a esta corte de nuestro Católico Monarca, y por el buen éxito de su gobierno bajo la sagrada protección de la Constitución política de la Monarquía". Ambos oficios fueron recibidos por el Ayuntamiento de Albacete, que en aquellos días estaba presidido por don Luis Roca de Togores  Rosel, conde de Pino Hermoso. Rápidamente se organizaron los actos ordenados, anunciándolos al pueblo por medio de un bando público y un repique general de todas las campanas de las iglesias y conventos de la población. Después se celebró en San Juan un solemne *Te Deum, al que asistieron en pleno todos los componentes del Ayuntamiento y el vecindario de la villa.

*[Te Deum (en latín: A ti, Dios, primeras palabras del cántico) es uno de los primeros himnos cristianos, tradicional de acción de gracias]. 


Conocedores de que Fernando VII, acompañado de su tío el infante don Antonio y de su hermano don Carlos, había llegado el día 20 de marzo a Figueras y continuaba su viaje a Madrid por la carretera de Valencia, todas las autoridades políticas y económicas de la provincia de Murcia se trasladaron urgentemente a la ciudad de Almansa, para desde allí recibir al monarca y organizar todos los costosos preparativos del tránsito de la comitiva real por el territorio de la antigua provincia de Murcia. Los más urgentes, por lo pronto, fueron los de la composición y arreglo de los caminos, que en su mayoría estaban intransitables, sobre todo entre Albacete y La Gineta. La Administración de Correos pagaría de sus fondos estas obras, excepto en el tránsito comprendido dentro de las poblaciones, que quedaban al cargo y cuidado de los Ayuntamientos respectivos. A tal fin fueron citados todos los labradores del término municipal de Albacete, para que acudieran los días 19 y 20 de marzo con sus carruajes a  traer materiales para las obras. Para la dirección de las mismas fue comisionado don Juan Cayetano Morata, teniente retirado del Cuerpo de Ingenieros. El domingo 3 de abril fueron citados a su vez todos los peritos y maestros alarifes del término, con sus respectivas cuadrillas, señalando a cada uno de ellos la composición de un trozo de camino. El jefe Superior Político de la provincia determinó la ayuda que cada pueblo de la parte alta de la misma debía prestar con pares de mulas, que debían ser de las mejores que hubiese y habituadas a tiro de coche o galera. El número designado a cada población indica claramente su capacidad económica: Albacete 13 pares de mulas, Chinchilla 8, Tobarra 8, Hellín 8, La Gineta 5, Higueruela 4 y Fuenteálamo 4. Estas caballerías debían estar dispuestas en todo momento, esperando la orden de incorporarse a la comitiva real, para ayudar en el transporte.


 UN VIAJE CARGADO DETENSIONES POLÍTICAS
El regreso del "Deseado" estaba lleno de complicaciones políticas. Con la guerra de la Independencia y las Cortes de Cádiz eran muchas las cosas que habían cambiado en España, y el problema era cómo aceptaría el monarca la nueva situación que tendría que imponérsele. Las Cortes Españolas habían declarado el 2 de febrero que Fernando VII no podría ejercer el poder real hasta que hubiese jurado la Constitución, y ya vimos como el Regente ordenaba rogativas por el buen éxito del gobierno del rey "bajo la sagrada protección de la Constitución política de la Monarquía". Las Cortes habían señalado el itinerario del viaje desde la frontera de Cataluña por la carretera del Mediterráneo hasta Valencia, y de allí, por Almansa y Chinchilla, hasta Madrid. Sin embargo el "Deseado", aconsejado por sus cortesanos del exilio (entre los que se encontraba el hellinero don Pedro Macanaz que sería su futuro ministro de Gracia y Justicia) y por otros políticos de la península que se apresuraron a ofrecerle su apoyo en contra de las Cortes, no tenía el más mínimo interés en abrazar las ideas constitucionales que se le ofrecían de forma tan perentoria. Por ello, como primera medida, empezó a enfrentarse a la Regencia ya las Cortes en la cuestión del itinerario del viaje, haciéndolo más lento, para de este modo ir calibrando sus posibilidades de restauración del *absolutismo, antes de llegar a Madrid.

*[El absolutismo es una doctrina política caracterizada por la teórica concentración de todo el poder del Estado en manos del monarca gobernante]. 

La maniobra, desde luego, era muy inteligente, y la más adecuada a sus planes. Cumpliendo con el plan trazado de hacer el viaje lo más lento posible, es por lo que aceptó en Reus la petición del *general Palafox de pasar también por Zaragoza antes de ir a Valencia.

*José Rebolledo de Palafox y Melci. Procedente de familia noble y educado en la corte española, pertenecía al cuerpo de Reales Guardias de Corps desde 1792. Al estallar la Guerra de la Independencia en 1808, Palafox ya era brigadier y acompañó a Fernando VII a Bayona. Después de intentar infructuosamente junto con otros preparar la huida de Fernando VII, huyó a España y tras un corto periodo de retiro, se situó a la cabeza de la resistencia aragonesa. El 25 de mayo de 1808 fue proclamado por el pueblo como gobernador de Zaragoza y capitán general de Aragón.  

La primera parte del itinerario, por consiguiente, fue así: Valençay, Perpiñán, Figueras, Gerona, Tarragona, Reus, Zaragoza, Daroca, Segorbe y Valencia. El 29 de marzo salía de Madrid *el presidente de la regencia, cardenal de Borbón, para recibir a Fernando VII en su camino.

*Luis María de Borbón y Vallabriga. Cuando en 1808 las tropas de Napoleón invaden España, Luis es el único miembro de la familia real que permaneció en la nación. A la retirada de los franceses en 1813, Luis María preside el consejo de regencia que gobernará el país hasta la llegada de Fernando VII y la jura de la Constitución de 1812.

El 2 de abril pasaba por estas tierras, siendo recibido a su tránsito con toda clase de demostraciones de júbilo por las poblaciones de La Gineta,  Albacete, Chinchilla, Bonete y Almansa. El cardenal llevaba el cargo de las cortes de no reconocer a su pariente como rey hasta no hacerle jurar la Constitución. El 16 de abril, en el *llano de Puzol, tuvo lugar la famosa entrevista.

*Llanos de Puzol (Valencia). Fernando VII se trasladó desde Zaragoza a Valencia, pero antes de llegar se encontró en los llanos de Puzol con el presidente de la Regencia, el cardenal Borbón, que había ido a su encuentro con instrucciones precisas de no ceder al poder ejecutivo que él representaba hasta que el rey no hubiese jurado la Constitución. 

El cardenal no tuvo valor para negarse y ante la imperiosa palabra de Fernando VII, le besó la mano en señal de pleitesía, con lo que el monarca se reafirmaba aún más en sus intenciones absolutistas, y después de la arenga del*general Elío, recibía gustosísimo el famoso *"manifiesto de los persas", firmando secretamente, el 4 de mayo, en Valencia, el decreto por el que se abolía el régimen constitucional.

*El 17 de abril, el general Francisco Javier de Elío invita al monarca a recobrar sus derechos, poniendo sus tropas a disposición del monarca y realizando el que es probablemente el primer pronunciamiento de la historia moderna de España. 
*El llamado Manifiesto de los Persas fue un documento suscrito el 12 de abril de 1814 en Madrid por sesenta y nueve diputados, por el que se solicitaba a Fernando VII el retorno al Antiguo Régimen y la abolición de la legislación de las Cortes de Cádiz. El manifiesto toma el nombre de una cita que el mismo contiene en la que hace referencia a la costumbre de los antiguos persas de tener cinco días de anarquía tras la muerte del rey.

De esta manera se echaba por tierra toda la labor legisladora de las Cortes de Cádiz y todo el enorme sacrificio y el coraje que el pueblo español había puesto en la defensa de su independencia y de su libertad. Desde aquel mismo instante empezaban a separarse históricamente las dos Españas. Las presiones políticas del momento, sin duda, fueron las que motivaron la siguiente carta que se recibió en Albacete, remitida el 11 de abril por el Comandante General de Valencia:"Debiendo llegar a ese pueblo el día 19 del actual el Regimiento de Caballería de Cazadores de Valencia, que en virtud de orden de S.A. la regencia viene de Córdoba a esta provincia, se servirá V m. entregar a su coronel interino D. Eugenio Maria Yebra el adjunto pliego, por el que le prevengo varíe su ruta para no hallarse en la carretera de Madrid con S.M. y sus A.A. en el viaje que de esta capital, deben hacer a la Corte".


LAS ÚNICAS PREOCUPACIONES DE ALBACETE Y CHINCHILLA: PODER ALOJAR AL REY
En los pueblos de nuestra actual provincia, al parecer estaban por completo al margen de todas estas intrigas políticas tan trascendentales que se hacían en torno al viaje del monarca. Parece que lo único que preocupaba al Ayuntamiento de Albacete era conseguir que la comitiva real se alojara en esta población, en vez de hacerlo en Chinchilla, donde estaba programado. La cosa no era tan baladí como parece. Ambas poblaciones, una de ellas ciudad y la otra aún con el título de villa pero con mayores posibilidades económicas y habitantes, se disputaban ya la hegemonía de la comarca; disputa que alcanzaría su punto más álgido años más tarde, al pretender ambas la capitalidad de la nueva provincia, que primero conseguiría la ciudad de Chinchilla en 1822 y más tarde, y definitivamente, la villa de Albacete en 1833. Ambas poblaciones estaban preocupadas, pues, por cuestiones de política local, ignorando por completo los problemas muchísimo más trascendentes de la nación; por ello lo que más les preocupaba era conseguir, cada una de ellas, ser la que lograra alojar al rey en su tránsito, por el prestigio y el predominio que ello supondría sobre la otra. Y ya veremos cómo el alcalde de Albacete logró, en contra de los mismos planes del rey y de la Corte, hacer que Fernando VII tuviera que dormir a la fuerza en Albacete.
Cuando el 2 de abril había pasado por esta villa el cardenal de Borbón para su histórico encuentro con el rey, el Ayuntamiento acordó dirigirle una representación solicitando "se sirviese, en atención a la mejor proporción y comodidad de este pueblo con el de Chinchilla, alterar este tránsito, y mudarle en esta mencionada villa", y que lo mismo se hiciera después con la comitiva real. Carezco de datos concretos acerca de dónde se alojó el regente, y sólo sé que el día 3 su secretario enviaba una carta al "Ayuntamiento Constitucional de Albacete", comunicándole que no podía acceder a su pretensión, "pues determinado el itinerario (sic) de S. M. por la Regencia, no cabe que se altere en lo más mínimo sin un notable trastorno; lo que unido a la perentoria necesidad de que sin pérdida de momentos llegue el Rey a Madrid a sentarse en su trono ya empezar a gobernar la Monarquía, son razones que pesadas por el Ayuntamiento le harán ver lo fundado de la imposibilidad".
Las razones de política local debían ser poderosísimas para desear el alojamiento del rey, ya que ello suponía un esfuerzo económico tremendo, y ambas poblaciones, en especial Chinchilla, estaban completamente arruinadas a consecuencia de la guerra de la Independencia. Albacete era un poco más rica y además contaba con la poderosa ayuda de su alcalde, el conde de Pino Hermoso, que correría con casi todos los gastos del alojamiento de la comitiva real. Pero Chinchilla estaba totalmente esquilmada y falta de recursos para hacer frente a los innumerables gastos que se le avecinaban. A tal fin, el Ayuntamiento de la ciudad pidió urgentemente ayuda a las poblaciones de su comarca: Tobarra, Hellín, Albatana, Ontur, Fuenteálamo, Pozohondo, Peñas de San Pedro, Liétor y Pozuelo. Sin duda no solicitaron nada a Albacete por no mantener con la entonces villa relaciones amistosas, aunque más tarde se verían obligadas a hacerlo. También exigieron imperiosamente el cobro de las contribuciones atrasadas a los morosos, para hacer frente de inmediato a los gastos más indispensables. Entre los que debían pagar las contribuciones atrasadas figuraba principalmente un personaje importante: don Vicente Cano Manuel.
 La pobreza de la ciudad de Chinchilla era enorme, hasta el punto que refleja la siguiente anécdota. Los asalariados del Ayuntamiento presentaron al mismo un memorial solicitando se les pagara, por lo menos, algo de lo mucho que se les debía de sus sueldos,"para poder redimir la miseria en que se encuentran... manifestando que al no ser socorridos se verían en la precisión de fugarse de sus casas en los días de mayor júbilo, qua les son los del tránsito de S. M. por esta ciudad, a quien no podrían manifestar su acendrado amor, por su pobreza". El Ayuntamiento, en vista de ello, decidió pagarles y, para encontrar recursos, resolvió remover nuevamente el viejo pleito que sostenía con los terratenientes particulares en cuanto al disfrute de pastos y arbolados de sus fincas, que antiguamente pertenecían a la ciudad.


LA INTRANSIGENCIA DEL CONDE DE PINOHERMOSO HACE QUE EL REY TENGA QUE ALOJARSE A LA FUERZA EN ALBACETE.
Como estaba previsto que fuera Chinchilla quien alojara al rey, el intendente de la provincia de Murcia envió enseguida instrucciones a ambas poblaciones para que Albacete auxiliara económicamente a la ciudad. Así el Ayuntamiento de esta última reclamaba el 5 de abril a la villa de Albacete "cien camas completas y decentes... y treinta arrobas de nieve o yelo". El 12 de abril el Ayuntamiento de Chinchilla protestaba en un oficio al de Albacete por no haberle enviado aún las camas pedidas ni la nieve. Como tampoco recibieron contestación al escrito, ni por supuesto los artículos pedidos, los de Chinchilla escribieron al intendente de la provincia de Murcia, don *Antonio de Elola, quien desde Almansa comunicó al Ayuntamiento de Albacete que cumplieran inmediatamente la orden.

*Antonio Pascual de Elola y Acevedo era un funcionario de cierto nivel al servicio de la Hacienda Pública. Su formación era jurídica, como se demuestra por sus primeras actividades. 

Como ya indicamos, el Ayuntamiento de Albacete estaba presidido por don *Luis Roca de Togores Rosel, conde de Pino Hermoso, padre del que más tarde sería famoso Marqués de Molins.

*Dicho ilustre personaje se había distinguido notablemente en la guerra de la Independencia, levantando a su costa un regimiento con el nombre de "Cazadores de Orihuela" que los soldados llamaban "Voluntarios de Pino Hermoso", y haciendo más tarde el donativo de todas sus rentas a la nación, para ayudar más eficazmente a la marcha de la guerra. El conde, que llegó a ostentar el grado de brigadier, fue gravemente herido en el sitio de Gerona, y era uno de los caudillos más queridos y admirados de la España de su tiempo. 

Por todo ello, no es de extrañar la insolencia con que contestara al intendente de la provincia de Murcia: que las camas eran necesarias en Albacete "mediante la escasez de este artículo en esta villa, y a esperarse en ella la mayor parte de la comitiva que no esté precisamente al servicio de S. M., por la poca proporción que hay en la expresada ciudad de Chinchilla". Y por otro lado, "que no puede usarse de la fuerza para extraerles a estos vecinos las camas, de que voluntariamente no quieren desprenderse, por la necesidad absoluta que de ellas tienen". Por lo tanto, que "no podrán facilitar el referido pedido de las cien camas; y en cuanto al yelo, que acudan a tratar sobre él con los vecinos de esta villa a quienes corresponda, en atención a que no siendo del Ayuntamiento, no puede disponer de él". En definitiva: que ya que el rey iba a alojarse en Chinchilla, que fueran los de esta ciudad quienes resolvieran los problemas, del engorroso hospedaje, y que los de Albacete se harían cargo del mismo, pero siempre que el rey cambiara su itinerario y decidiera dormir en Albacete.
El día 18 de abril, a las cuatro de la tarde, el Ayuntamiento de Chinchilla remitió otra urgente llamada de socorro a Albacete, diciendo que se había sabido "que S. M. gusta mucho de frutas, y en especial de melones, y también que debe haber nieve en abundancia", por lo que pedía que Albacete facilitara a Chinchilla lo que se pudiera conseguir de dichos artículos, en especial nieve, que abundaba en esta población y que por su especial condición era imposible acarrear desde puntos más lejanos. El día 19 la llamada de socorro de Chinchilla se hizo ya amenazante. En vista de que Albacete no había respondido a los tres oficios en que se pedían los artículos, en especial las camas, que en Chinchilla eran de absoluta necesidad por carecer de ellas, amenazaban que "si por continuar V.S. en su indicado silencio resultase alguna falta, responderá ella a las Autoridades que corresponda. El 22 el Intendente de Murcia decía en otro oficio que de no enviar los de Albacete las camas, la comitiva real tendría que dividirse en ambos pueblos, "lo cual ni está el orden, ni es tal vez posible". Y seguía exponiendo sus quejas más amargas al alcalde de Albacete por no querer auxiliar Ayuntamiento de Chinchilla, terminando con una leve amenaza: "y no espero otra contestación de V. S. que el aviso de haberlo ejecutado todo puntualísimamente como se lo prevengo. Como tampoco esta nueva orden tuvo respuesta de Albacete, el mismo Intendente dirigió unos días más tarde otro oficio, pero ahora no al "Sr. Presidente y Ayuntamiento de Albacete", sino al "Excmo. Sr. Conde de Pino Hermoso", apelando al "estimulo noble de las prendas y circunstancias que califican a V.E.” las órdenes del principio se trocaban ya, claramente, en súplicas desesperadas.
El intendente don Antonio Elola debía sudar tinta en aquellos días, mientras el alcalde de Albacete no cedía ni un ápice en su actitud, viendo claramente que estaba venciendo y que el rey no tendría más remedio que alojarse en esta población. Por ello el Ayuntamiento seguía acopiando recursos y objetos que hicieran grata la estancia del rey. Así el 19 de abril recibió de parte del Ayuntamiento de Tarazona de la Mancha un retrato de Fernando VII que pertenecía a dicha villa. Y el conde de Pino Hermoso ponía a disposición de Albacete toda su influencia y su fortuna personal para conseguir que la entonces villa pudiera alojar al rey. A tal fin adelantó de su propio bolsillo los 12.000 reales que eran necesarios para la reparación del camino, y otras sumas para gastos diferentes. Por fin, el 2 de mayo, a las 12 de la mañana, llegaba la grata nueva: el rey había decidido continuar su viaje hasta Madrid; saldría de Valencia el día 5 durmiendo esa noche en Játiva, el día 6 en Almansa y el 7 en Albacete. El conde de Pino Hermoso y el Ayuntamiento de Albacete se habían salido con la suya,  obligando al rey a dormir en la población.

 Fuentes consultadas:
  • El alcalde que obligó a Fernando VII a dormir en Albacete (1814). Francisco Fuster Ruiz
  • Internet: Hemeroteca
  • Internet: Diversas fuentes

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